Moldear experiencias
Fotografía: Barro Pequeño
A partir de tres visiones diferentes del mundo y de enfrentarse al material, el diseñador Abel Cárcamo, la escultora Marcela Undurraga y el arquitecto Francisco Lira se unieron para dar vida a Barro Pequeño, un proyecto que medita sobre el ciclo de vida de los productos, haciendo énfasis en el factor humano y en las posibilidades del trabajo colaborativo. El nombre de esta propuesta tiene múltiples explicaciones, todas nobles y lúcidas. Hace alusión en primer lugar a los niños, son objetos hechos para ellos y nacidos con la ilusión de aportar en su desarrollo. Sugiere también una búsqueda por instalar una reflexión sobre el consumo desmedido y aboga por el uso consciente de los recursos. Durante cuatro meses recolectaron arcilla roja de los cerros de la precordillera de Santiago y con la ayuda de dos artesanos, dieron forma a dos recipientes cada uno. Cárcamo propone una vasija en la que el aza adquiere independencia y se separa del cuerpo, actuando más bien como una estructura de apoyo. En el caso de Undurraga, los objetos se presentan casi inspirados por una forma orgánica que realiza algún gesto dinámico; Lira en tanto, se ciñe a vasos de líneas más clásicas, pero propone una exploración particular de los volúmenes a través de una serie de detalles con función ornamental y práctica.