Piel con historia
Fotografía: Turner Arquitectos
Con la intención de crear un espacio que aumentara la experiencia de “vivir” en el agua a través del emplazamiento, la vista, los sonidos y los aromas naturales, el estudio chileno Turner Arquitectos desarrolló Casa de Botes al borde del lago Panguipulli. El programa y sus características son en apariencia muy simples, pero logran establecer una relación fluida no solo con quienes utilizan este espacio, sino también con el paisaje.
El proyecto surgió con una necesidad clara: permitir el uso de la lancha durante todo el año en un lago con diferencias de hasta tres metros en el nivel de agua, y funcionar paralelamente como casa de invitados; “es un lugar que nunca baja las cortinas”, comenta el arquitecto Patrick Turner, autor del proyecto junto a sus socios Josefina Vergara y Rodrigo Mardones. La casa se presenta como una reinterpretación de una silueta náutica en la que el techo se convierte literalmente en una quinta fachada; este enfoque discreto crea la impresión de que se hunde en el suelo, entre las rocas y el agua.
El volumen emerge literalmente desde el jardín y permite que la hierba trepe sobre él como si se tratara de una colina, hasta convertirse en un mirador desde el que se descubre sorpresivamente la masa de agua. En este sentido, era fundamental para los arquitectos que no rivalizara con el brillo del lago y que no contrastara con el paisaje, por lo que optaron por un material opaco como es el acero corten texturado, que atrapa la luz en sus ranuras y posee una apariencia añosa que lo hace camuflarse en la historia del lugar. El aspecto más artificial es la caja de vidrio que vuela sobre el lago y que permite estar, dormir y sentirse dentro del agua; literalmente navegar.
Publicada en revista Ambientes Nº 136